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Publicado en Deportes
Domingo, 5 de Noviembre del 2023

Y Argentina sigue siendo olímpico en el handball

Allá por octubre de 2011, el handball argentino escribía una de las páginas más gloriosas de su historia. Un deporte amateur, muy jugado en las escuelas y con una gran base de jugadores en el país lograba clasificarse por primera vez a un Juego Olímpico en los Juegos Panamericanos de Guadalajara. Más allá de lo que podría ser un párrafo autorreferencial por haber tenido el privilegio de estar allí, es un ejercicio de memoria de lo que solíamos ser y de lo que somos. Hoy, el handball argentino volverá a estar en un Juego Olímpico por cuarta vez consecutiva, algo que ningún país americano había logrado hasta ahora.

Hablar del deporte en Argentina podría ser contar historias de carencias: de falta de apoyo, de falta de presupuesto, de falta de infraestructura, de faltas… Sería cierto, pero también un poco injusto, porque -conociendo el paño desde adentro- puedo afirmar que hay muchos dirigentes de muchos deportes que se desviven por hacer crecer a lo suyo. Y siempre falta, si. Lo que quizás nos gusta más a todos es quedarnos con lo bueno, con los ejemplos, con lo destacable. Hace poco, una chica que en 2016 lloraba de felicidad por terminar 20° en los Juegos de Río (demostrando el significado real del deporte) hablaba por televisión sobre las carencias y sobre lo difícil que es acercarse a las potencias. Ella es Fernanda Russo.

Pero volvamos al handball, que es lo que nos compete ahora mismo. Este hermoso deporte batalló durante décadas en nuestro país para tener su lugar en el olimpismo. En los Panamericanos de Santo Domingo 2003 y de Río 2007, Brasil superó a Argentina en la final por el oro y consiguió así sendos boletos olímpicos. Esa herida caló hondo en el sentir albiceleste y generó una cicatriz que hoy llevamos orgullosos, la que nos lleva a conseguir lo imposible: ser olímpicos. Después de Guadalajara 2011 vino Toronto 2015 con el plus de que Brasil ya estaba en los Juegos por ser anfitrión. Y Argentina estuvo en Río 2016 (también lo hizo el Seleccionado femenino). Cuatro años más tarde, en Lima 2019, Los Gladiadores volverían a dar el golpe, esta vez ante Chile, para estar en Tokio 2020.

La historia en Santiago 2023 planteaba otro clásico. Argentinos por un lado y brasileños por el otro. Hay que decir que, al menos en mi opinión, en la previa se veía a un Brasil con más posibilidades por el presente de cada uno de los jugadores del plantel. Lo que nunca hay que dejar de considerar en estos partidos es el peso de las camisetas. Y a Brasil, la albiceleste le pesa. Siempre. Eso no quiere decir que no nos ganen, porque la verdad es que también saben y mucho de hacerlo. Solo que somos un rival que ellos no disfrutan de tener enfrente. En cambio, al argentino lo motiva ver a la verdeamarela del otro lado.

Los dos equipos llegaron a este torneo a las apuradas, con un calendario demasiado exigente para jugadores que jugaron un fin de semana y, ese mismo lunes, ya habían viajado de Europa a América para jugar ese mismo día. Una locura. Habrá que revisar desde las federaciones continentales y la IHF si tiene sentido seguir definiendo la plaza olímpica en los Juegos Panamericanos o si, como hace Europa, se resuelve en el torneo continental que se disputa en época de receso competitivo en las mejores ligas del mundo. Pero ya conocemos a quienes toman las decisiones, qué podemos esperar de quien se desvivió por entregar TODAS LAS MEDALLAS con el solo propósito de figurar y de demostrar que sirve para algo. Si, poner medallas y no mucho más.

Después de todo esto y de cuatro partidos por cada lado, Argentina y Brasil volvían a definir la plaza olímpica para América. Era la sexta vez consecutiva. Y, como si hiciera falta ponerle las cosas más difíciles a Argentina, Diego Simonet (el as de espadas, el distinto, el MVP de una Champions) veía la tarjeta roja antes del primer cuarto de hora. Complicadísimo. Imaginen haber perdido a Messi a los 15 del primer tiempo en la final ante Francia en Qatar 2022. En ese momento recordé lo que vivimos en el Panamericano de Maringá, donde Manolo Cadenas fue descalificado casi en el mismo momento de partido en la final ante Brasil. Allí, y otra vez voy a dar una opinión netamente personal, Guillermo Milano comenzaba a demostrar (a él mismo y a todos) que podía ocupar el lugar de primer entrenador. En Maringá 2020, Argentina fue Campeón. En Santiago 2023…

A partir de ese momento, Argentina siguió haciendo un planteo táctico impecable por parte de Guillermo Milano y Gonzalo Carou, que fue mejorando minuto a minuto. En este nivel, los arqueros marcan la diferencia, si, pero lo que hizo Juan Bar fue sencillamente brutal. La cantidad de atajadas, los momentos de partido de esas atajadas y una actitud y personalidad que generó miedo en los rivales. Si, miedo. Pedro Martínez dio clases de actitud y recursos defensivos, llegando a todas y robando cuanta pelota le pasaba cerca. La NBA mide a jugadores como Pedro con el nombre de “hustle”. Son jugadores que consiguen cosas “invisibles” (o visibles) que ayudan a su equipo a través de la lucha y de la garra. Eso fue Pedro, un hustler. En ataque fue un gusto ver un histórico volver a responder y a uno de los nuevos nombres tener su partido consagratorio. Federico Pizarro y Nicolás Bono mantuvieron el norte del equipo durante los sesenta minutos. Ellos fueron los más destacados de un plantel que fue una orquesta, una sinfónica.

Argentina es otra vez olímpico en el handball. Son cuatro ciclos olímpicos, o 16 años, en la élite continental y con un crecimiento insoslayable. Argentina aprendió a hacerle partido a las potencias y exporta constantemente talentos a ligas europeas. Claro que falta y que siempre faltará. No podemos separar al deporte de la realidad que se afronta como país en su conjunto. Siempre se puede hacer más, siempre hay margen de mejora. Tenemos una historia de carencias, pero también tenemos una historia de éxitos y sucesos. Cadenas decía que el jugador argentino saca un plus cuando representa a su país. Y es así. Todos los argentinos, en todos los ámbitos, sacamos un plus cuando hace falta. Argentina es otra vez olímpico, seguramente gracias a ese plus que tienen nuestros jugadores, pero también gracias al trabajo, a la constancia y al perfeccionamiento. Algo que poco se ve, pero que todos en este equipo vienen haciendo.

Felicitaciones y gracias a los jugadores, Cuerpo Técnico y a la CAH. También a todas las personas que ayudan a que ellos puedan hacerlo, sus amigos y familiares. Sin ellos, sería imposible. Por último, también felicitaciones a todos los que formamos parte de la familia del handball argentino, porque todos -cada uno desde su lugar y desde su rol- afrontamos carencias y ponemos un plus para resolverlo. Esto es de todos. Festejemos.